Agustín piensa que el espejo menos deformado de la naturaleza divina es el hombre; y en
el hombre, el alma; y en el alma, el
espíritu o la mente (mens), que es su parte superior: el alma en cuanto
principio de operaciones espirituales, más allá de su función sensitiva y vegetativa…
Agustín
prefiere la analogía del espíritu o las tríadas «psicológicas»
en las que encuentra una imagen de la Trinidad a través de tres etapas.
En la primera se presenta la terna «mente-noción-amor» (mens, notitia,
amor): Allí
la noción (notitia) y el amor son derivados de la mente que se conoce y
se ama (De Trinitate IX,
1-6),
y que así, en cuanto idénticos en la única substancia del espíritu humano, son
una imagen de los tres relativos en el seno
de la única substancia divina…[1]
Dado que no era
claro que mens fuera un relativo como notitia y amor (De
Trinitate IX, 4, 5s) Agustín modifica su
esquema. Y “mente” pasa a ser sustituido por el relativo memoria (como «memoria de»):
“Estas tres cosas, memoria, inteligencia y voluntad, no son tres
mentes sino una sola mente, ni tres substancias
sino una sola substancia... la memoria en
cuanto memoria es algo relativo y lo mismo diría
de la inteligencia y de la voluntad” (De Trinitate X, 11, 18).
Cada elemento de esta nueva tríada se define tanto en referencia a otra cosa como recíprocamente: «recuerdo que poseo
memoria, entendimiento y voluntad; entiendo que entiendo, quiero y recuerdo;
quiero querer, recordar y entender» (De Trinitate X, 11, 18).
La
«memoria» no es aquí el recuerdo de cosas pasadas, sino la
autoconciencia del espíritu, presente a
sí mismo. Esta autoconciencia y autopresencia de la mens es un conocerse
habitual, originario, inamisible, infalible y total (De Trinitate X, 1-10). Esta pura presencia del espíritu a sí
mismo en el conocimiento y amor de sí mismo es una originalidad de Agustín y
señala una de las cumbres de su pensamiento.
En el Libro XV la mente no es
imagen de las personas divinas por el mero conocimiento y amor de sí misma, sino por el conocimiento y amor
de Dios. En el primer caso ella está apenas en Dios, sólo en el segundo ella está con Dios: «Esta trinidad de la
mente no es imagen de Dios porque la mente se conoce, se recuerda y se ama a sí
misma, sino porque puede recordar, conocer y amar a su Hacedor» (De
Trinitate XIV,
12, 15).
Tomado y resumido de:
Ricardo Ferrara, El Misterio de Dios. Correspondencias y paradojas, Buenos Aires, 2005; 416s.
[1]
Recordemos aquí que la noción de “relativo” o “relación” se usa en el
vocabulario trinitario para lo Trino que son las Personas, mientras que
“sustancia, naturaleza o esencia” se usa para lo Uno. Véase CCE 253-254.
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