jueves, 12 de noviembre de 2020

Unidad 17. La analogía psicológica en San Agustín

 

   Agustín piensa que el espejo menos defor­mado de la naturaleza divina es el hombre; y en el hombre, el alma; y en el alma, el espíritu o la mente (mens), que es su parte superior: el al­ma en cuanto principio de operaciones espirituales, más allá de su fun­ción sensitiva y vegetativa…

   Agustín prefiere la analogía del espíritu o las tríadas «psico­lógicas» en las que encuentra una imagen de la Trinidad a través de tres etapas.

   En la primera se presenta la terna «mente-noción-amor» (mens, notitia, amor): Allí la noción (notitia) y el amor son derivados de la mente que se conoce y se ama (De Trinitate IX, 1-6), y que así, en cuanto idénticos en la única substancia del espíritu humano, son una imagen de los tres relativos en el seno de la única substancia divina…[1]

   Dado que no era claro que mens fuera un relativo como notitia y amor (De Trinitate IX, 4, 5s) Agustín modifica su esquema. Y “mente” pasa a ser sustituido por el relativo memoria (como «memoria de»):

“Estas tres cosas, memoria, inteligencia y voluntad, no son tres mentes sino una sola mente, ni tres substancias sino una sola substancia... la memoria en cuanto memoria es algo relativo y lo mismo diría de la in­teligencia y de la voluntad” (De Trinitate X, 11, 18).

   Cada elemento de esta nueva tríada se define tanto en referencia a otra cosa como recíprocamente: «recuerdo que poseo memoria, enten­dimiento y voluntad; entiendo que entiendo, quiero y recuerdo; quiero querer, recordar y entender» (De Trinitate X, 11, 18).

   La «memoria» no es aquí el recuerdo de cosas pasadas, sino la autoconciencia del es­píritu, presente a sí mismo. Esta autoconciencia y autopresencia de la mens es un conocerse habitual, originario, inamisible, infalible y total (De Trinitate X, 1-10). Esta pura presencia del espíritu a sí mismo en el conocimiento y amor de sí mismo es una originalidad de Agustín y señala una de las cumbres de su pensamiento.

En el Libro XV la mente no es imagen de las personas divinas por el mero conocimiento y amor de sí misma, sino por el conocimiento y amor de Dios. En el primer caso ella está apenas en Dios, sólo en el segundo ella está con Dios: «Esta trinidad de la mente no es imagen de Dios porque la mente se conoce, se recuerda y se ama a sí misma, sino porque puede recordar, conocer y amar a su Hacedor» (De Trinitate XIV, 12, 15).

 

Tomado y resumido de:

Ricardo Ferrara, El Misterio de Dios. Correspondencias y paradojas, Buenos Aires, 2005; 416s.

 



[1] Recordemos aquí que la noción de “relativo” o “relación” se usa en el vocabulario trinitario para lo Trino que son las Personas, mientras que “sustancia, naturaleza o esencia” se usa para lo Uno. Véase CCE 253-254.

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